Como todos los años desde nuestra fundación, los militantes del Movimiento José María Arguedas realizamos un balance público de nuestro trabajo político. El Año pasado señalábamos: “Nuestra experiencia en estos años, nos ha llevado a la conclusión de que sólo ligando la producción teórica con la acción práctica, de que sólo contribuyendo al esclarecimiento de la vanguardia y su elevación como centralizadora de las bases podremos salir del atolladero en que nos hallamos inmersos (…) Hemos luchado con todas nuestras fuerzas por colaborar con la extirpación del sectarismo y del dogmatismo y hemos visto y escuchado una y otra vez, los gestos hoscos y las tesis esquemáticas” y ante esta realidad sosteníamos la necesidad de construir la unidad a partir de acciones políticas para la defensa de nuestros recursos y de las poblaciones inmersas en su producción. Creíamos y creemos que esta tarea, luego de un año, aún es vigente y urgente.
Frente a esto robustecimos nuestras Escuelas Políticas y empezamos a llevarlas a diversos sectores de la población (en Lima, en el interior del país y en el extranjero), llegando a realizar 100 Mesas de Discusión tan solo en Lima. Se unían temas de actualidad con el pensamiento de Mariátegui y no se convertía en una tribuna de nuestras ideas, sino de diversos sectores de la izquierda, incluyendo dirigentes políticos, personalidades culturales, gremiales y sindicales. Lo positivo se hizo notar, se elevó el nivel de conciencia de los militantes, se plantearon temas de discusión, se implementó un esbozo de Programa Común. Sin embargo también hubo un saldo negativo: las diferentes acciones políticas que se programaban por diversas organizaciones y que originaban duras polémicas casi siempre estribaban en una férrea adherencia a la necesidad de la lucha armada más allá del análisis actual o en una desesperación por concretar el camino electoral sin importar programa, alianzas y trabajo de base. Para nuestra organización, ambas desviaciones de quienes se hacen llamar marxistas y revolucionarios se hallan fuertemente ancladas en el dogmatismo y en la esterilidad teórica. Nosotros pensamos que nuestro pueblo no puede continuar mecido en la eterna oscilación estéril de la ultraizquierda y el reformismo, ambas expresiones de la pequeña burguesía. Se necesitan planteamientos verdaderamente revolucionarios, producto del análisis y de la acción, que eleven a solución concreta y eficaz las necesidades más palpables de nuestro pueblo.
Otra lucha importante que emprendimos el año pasado a partir de nuestro Balance fue el de luchar contra la Prensa Burguesa. Últimamente ella ha robustecido sus ataques haciéndolos extensivos a todas las organizaciones del pueblo, por ello hemos lanzado la invocación a unirnos frente a sus agresiones, conformando una red de prensa alternativa, llamamiento que ha tenido gran acogida y que ya está en proceso de gestación. El debate entre nosotros es necesario pero sólo se aclara en la lucha contra el enemigo común, contribuyendo a desentrañar el camino de nuestras acciones.
Continuamos en este Sexto Aniversario considerando a nuestra organización, como un contingente más de lucha por la transformación revolucionaria de nuestro país y el mundo, por ello apelamos a la unidad, es decir a la unidad de los que crean en un Programa verdaderamente revolucionario, no de quienes se desesperan por salir elegidos con la supuesta ilusión de hacer la revolución desde arriba, ni de quienes continúan desarrollando un innecesario culto a la violencia.
En este Sexto Aniversario que no tendría razón de conmemorarse sino fuera para dar cuenta de nuestras experiencias y de nuestra visión crítica del accionar revolucionario, queremos plantear a nuestro pueblo, nuestra construcción estratégica que hemos titulado: Los Tres Ejes de Poder Revolucionario. Este diseño no es una idea exclusiva, se encuentra en el latir y en las proclamas de las luchas diarias de los peruanos y se nutre de su historia, de sus fracasos y de sus frustraciones, como esperanza de triunfo, y también de sus éxitos heroicos, como herencia revolucionaria. Este planteamiento no es por lo tanto antojadizo, ni es para aplicarlo. Debe ser enriquecido en el debate y desarrollado organizadamente, porque a pesar de nosotros (la izquierda) y de los símbolos que los representan, los Tres Ejes explican realidades y al mismo tiempo proyectan instrumentos urgentes para nuestro país. Los Tres Ejes son:
José Gabriel Túpac Amaru, símbolo de la Liberación Nacional.
Uno de los más grandes errores u olvidos de nuestra izquierda fue el de no tomar en verdadera consideración el tema de la nacionalidad, siendo el Perú un país cuya historia y geografía adoptó tantas formas sociales y en donde se han desarrollado tantas identidades nacionales. Esta falta de comprensión impidió también entender el sentido del Frente Único y sustentar su desarrollo. Si no se concebía la diversidad nacional y cultural, ¿cómo se pretendía unificar diferentes sectores en torno a un Programa de Lucha carente de las reivindicaciones históricas y profundas de nuestro pueblo? José María Arguedas en su convocatoria histórica de “Todas las Sangres” asimiló que un horizonte nacional (tal como lo pensaba Mariátegui) se debe sustentar en el mestizaje como eje canalizador de nuestras diversas vertientes y en la unidad de los explotados de costa, sierra y selva.
Compañeros:
Esa es la propuesta, aquí están nuestras manos tendidas, nuestros oídos receptores hacia ustedes y nuestros puños listos contra el enemigo. Que entre en debate la idea, producto de nuestra experiencia de seis años y de la lucha de nuestro pueblo. Nosotros como todos los años les repetimos con orgullo y dignidad, nuestra consigna:
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