Por: Martin Guerra.
Una lágrima en Palacio.
La señora Ingrid Betancourt está de gira por la paz. Visita a los países del continente buscando voluntades a favor de la concordia. En el país que llega se genera tal o cual discurso presidencial. Todas las naciones le traen recuerdos mayúsculos de cuando antes de que cayera en las garras de los temibles secuestradores – narcoterroristas – apocalípticos y para colmo, guerrilleros de las FARC. La señora con nombre de alemana, sangre francesa y ciudadanía colombiana, muestra en cada lugar al que acude, su inefable sonrisa, su inconsolable llanto y su esforzada voluntad para convertirse en una especie de boliviana extraviada, ya que siempre va en busca de la paz. Debe estar muy enterada de que se avecina una etapa electoral en su país o ¿es que en realidad anhela tanto la paz y la justicia?
De pronto este articulista será juzgado como un cínico, un cruel individuo que se burla de la desgracia ajena o tal vez, muy probablemente como un apólogo del terror. No importa. Lo lamentable para algunos es que parecemos no estar dispuestos a creerle mucho las lágrimas derramadas a la señora Betancourt.
La ahora pre-candidata al Premio Nobel de la Paz, en su visita al Palacio de Gobierno en nuestro país, el Perú, llamó junto a Alan García a “condenar a todos los terroristas” porque tienen “una guerra contra la democracia”. Lo que no sabía la señora o se hacía a la que no sabía, es que se hallaba parada junto a uno de los más grandes genocidas de nuestra historia republicana, comparable por ejemplo con Álvaro Uribe.
Y lo más preocupante fue el tono del discurso, y no nos referimos a la modulación de voz, ya que ella suele ser muy dulce al vocalizar, sino al carácter de las ideas. La señora dijo: “hay que rechazarlos rotundamente no permitiendo que se nos lleve a discusión sobre este tema”. Es decir, que la actual adalid de la democracia mundial plantea no dialogar, no discutir. Nuevamente el llamado de pseudos demócratas como estos a solucionar los problemas sin polémica, sin debate, es decir, con imposición, con tiranía. Es decir, sin democracia. Esa, de la que tanto cacarean y por la cual gimen y gimen. Tan parecido el discurso de la señora a la ya famosa orden que el presidente García le diera a la policía de disparar sin pensar.
No somos nosotros insensibles ante el sufrimiento de Ingrid Betancourt durante los seis años que pasó en poder de las FARC. Pero sí, entendemos lo que es una guerra. Y de la misma forma comprendemos que la teoría política y la política real nos dictan más de un concepto sobre lo que es el terrorismo, y demás está anotar que ni el jurismo mundial se ha terminado de poner de acuerdo sobre el tema, o sea no se posee un concierto unitario en jurisprudencia.
Terrorismo y Neoliberalismo.
Para las dictaduras neoliberales y fascistoides que hoy gobiernan en el Perú y Colombia, terrorismo es todo lo que atente contra sus intereses, desde las diversas formas de lucha armada hasta un bloqueo de carreteras, una marcha pacífica o simplemente el preconizar y defender las ideas del socialismo y hasta del nacionalismo revolucionario.
Para nosotros, el terrorismo es una forma de uso de la violencia para como su nombre lo indica: causar el terror entre quienes se tienen por enemigos. Sin embargo, aquella acción entraña todo un debate político. Lenin criticó duramente el uso del terrorismo, pues consideraba que eran acciones aisladas de los deseos de las masas en su trabajo organizativo y reivindicativo. Para Lenin la diferencia era bien clara entre violencia revolucionaria con la fórmula: “con el pueblo todo, sin el pueblo nada” y terrorismo, que conlleva al aislacionismo, el vanguardismo y a veces a la aventura. Por ello, creemos que no se puede ir por ahí calificando de terroristas a todos los que participan en protestas sociales o luchas populares en el planeta contra formas opresivas de gobierno. Estas gestas se han dado siempre. ¡Con cuánta hipocresía hablan de los héroes patrios que alzaron las armas por la independencia americana, mientras que maldicen a quienes actualmente hacen lo propio, equivocados o no, por lo mismo!
Y claro, por eso es que no hay que debatir sobre el tema. Y es por eso también que Álvaro Uribe ha burlado una y otra vez los acuerdos de paz, las tratativas de una solución pacífica al conflicto en la tan sangrienta Colombia. Porque reconocer a los guerrilleros como sujetos políticos es mostrarse conforme conque algo tienen de razón. Y eso la chusma fascista de Uribe no lo va a permitir jamás. Y parece que la muy dolida doña Ingrid tampoco. Se olvida la otrora candidata presidencial cuando ofrecía el oro y el moro sobre la reconciliación en su país, por el interés de resultar siendo electa por supuesto. Y no recuerda tampoco que su rescate fue mentiroso, que se estafó al mundo entero, que no se cumplió con lo pactado, que se burló a la Cruz Roja, poniendo inclusive su vida en peligro.
En Ingrid Betancourt no vemos rastros del Síndrome de Estocolmo, ese que le sucede al secuestrado que lo hace identificarse con su secuestrador, no. Lo que si transparenta es el Síndrome del Fascismo, es decir del medio oscurantista y mendaz, que la ha llevado a identificarse con Sarkozy, el racista y mafioso presidente francés, con Uribe el jefe del narcoestado paramilitar más grande del mundo y con García, el asesino de los penales y las comunidades campesinas.
De más está decir que para aquellos para los que toda lucha por derechos, por trabajo, por salud, por educación y por soberanía es terrorismo, no ven en las masacres campesinas, en la destrucción de la seguridad social y la estabilidad laboral, en los salarios de miseria y la proliferación de barriadas, en la prostitución infantil y las secuelas de hambre, desnutrición, delincuencia y muerte, ningún acto de terror social, político, estructural. Su ceguera los condena a que el pueblo les dé las espaldas y a la más pueril de las políticas.
¿Y los secuestrados?
Dejando de lado las posiciones políticas e ideológicas de Ingrid Betancourt y su ahora club de fans, nosotros nos preguntamos ¿y qué hay de los otros secuestrados? Aquellos que llevan cautivos años de años en las mazmorras de Colombia, aquellos que les aseguramos son más de mil, como por los que se preocupa el Presidente García, quién todavía mantiene secuestrado a Roque Gonzáles La Rosa y es culpable de la muerte de cientos de presos políticos en la carnicería de su primer gobierno.
Claro que somos sensibles a la angustia de las personas que mantienen las FARC en sujeción. Claro que sí, sobretodo los civiles. Pero, ¿y si lo que ocurre en Colombia es un conflicto armado de medio siglo de duración? Entonces los policías y militares en manos de las FARC, son presos de guerra. Y los presos en las cárceles colombianas son presos políticos, que se encuentran además en las peores condiciones según organismos internacionales; además de los miles asesinados por los paramilitares de Uribe. Porque a él y su clase les conviene la guerra que mantiene a Colombia en violencia perpetua y le permite reinar, no sólo para ellos, sino también para la CÍA y la DEA. Y reinar para el narcotráfico. ¿Ya se olvidó la señora Ingrid de todos los candidatos presidenciales asesinados en las últimas décadas por los paramilitares en su país?
¿Y qué de los desplazados? El país con mayor cantidad de desplazados en Latinoamérica por dentro y por fuera de su territorio, que han tenido que huir de su lugar de origen o de trabajo porque Uribe insiste en el guerrerismo. E Ingrid lo solapa. ¿Es que los presos políticos, los pobres y los desplazados no merecen también una lágrima doña Ingrid? ¿Es que no son terroristas los que hace décadas matan de hambre a nuestro pueblo señora? La respuesta la tiene usted, en su soledad cautiva de seis años y en todos los que vivió y vivirá cómplice pasiva del oprobio.
2 comentarios:
"¿Es que no son terroristas los que hace décadas matan de hambre a nuestro pueblo señora?"
que gran verdad y pocos han hablado de eso
Es miserable la critica de aquellos que no han vivido en carne propia una situacioin de amenaza a la vida, independiente de quien o quienes sean, un delicuente o de aquellos que quieren un cambio, esto nunca debe ser tolerado. Las secuelas nunca serán borradas de la mente de estas personas y tampoco podran ser superadas mientras no exista una palabra de aliento o de esperanza y el verdadero cambio de una sociedad, eso hasta para los que continuan secuestrados. Estos tipos de señores, los que provocan estos secuestros, se levantaran siempre por un supuesto cambio y a falta de ideas y por la presion de las armas lograran quizas sus cometidos, pero la mayoria de veces se involucran en un circuito violento, muriendo gente de uno y otro bando, echandose el uno al otro la culpa de dichas atrocidades y me pregunto siempre ¿quien tiene el control de estos cambios bajos estos terminos? ¿Creen realmente que una sociedad que no esta lo suficiente informada y educada, este preparada para una revolución?¿No creen que asi como el hombre evoluciona sus revoluciones tambien deben hacerlo en formas menos violentas? Los estudiantes con nuestras luchas en la calle, somos un ejemplo, conseguimos muchas cosas sin recurrir a la violencia y si la policia nos golpea siempre estaremos firmes, pero para mi es de mediocres enfrentarse de la misma forma
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