LA ROSA ROJA: A 90 AÑOS DEL ASESINATO DE ROSA LUXEMBURGO



Por: Oriel Manrique





Vuestro orden está edificado sobre arena.
La revolución,
Mañana ya se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto
Y proclamará, para terror vuestro, entre sonido y trompetas:
¡Fui, soy y seré!
[1]








Rosa Luxemburgo nació un 5 de marzo de 1871 en la población polaca de Zamosc, Varsovia. Y falleció un 15 de enero de 1919, asesinada por orden de los dirigentes de la alianza oportunista del Partido Socialdemócrata y las fuerzas del Káiser. Esta mujer, que hasta el día de hoy sigue dándonos “luces” imprescindibles para la construcción del camino hacia el socialismo, fue desde muy joven, casi desde su adolescencia, una militante aguerrida y entregada a la causa libertaria.


A los 16 años, formó parte de la organización revolucionaria Proletariat, organización polaca y una de las primeras en aparecer (casi 20 años antes de que apareciera en escena el Partido Social Demócrata Ruso). Esta organización fue duramente abatida y Rosa tuvo que exiliarse a Suiza en donde logró cursar con honores Ciencias naturales, Matemáticas y Economía en la Universidad de Zurich, que fue en su época uno de los centros académicos más importantes en el cual se educaron muchos militantes perseguidos y exiliados. En Zurich, se une a la lucha de diversos sindicatos como una brillante oradora e impulsora de uno de los principales periódicos de denuncia de la época: Sprawa Robotnizca (La Causa Obrera).





La mayoría de actividad revolucionaria la vivió en Alemania, siendo sus mayores aportes teóricos referentes a la situación de las clases y de la organización revolucionaria, situándose a la realidad de este país. Ella fue una de las primeras voces en denunciar la desviación oportunista que se fue acentuando en el seno del Partido Social Demócrata Alemán. Como integrante de este partido, tuvo una gran visión y gran valor al denunciar a través de la refutación teórica, ganándose la enemistad de muchos de los “grandes” líderes de ese partido. Una muestra clara de esa gran capacidad es la recopilación de diversos artículos que aparecieron en el periódico marxista Die Neue Zeit. Esta recopilación es conocida bajo el nombre de “Reforma o Revolución”, publicado en 1898, y que tiene repercusiones en la praxis y teoría marxista hasta el día de hoy.



Reforma o revolución: Lucha frente a la desviación oportunista, pervivencia de la revolución


Estos polémicos artículos son una respuesta a las tesis esgrimidas por Eduard Bernstein en su libro “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” y en la recopilación de artículos publicados en Die Neue Zeit “Problemas del socialismo”. Las ideas de Bernstein son una sistematización de las ideas que circulaban entre el ala derecha del Partido Social Demócrata Alemán, es más, son ya la manifestación directa y sin vergüenza de la claudicación ante los principios base del socialismo científico. Rosa denuncia sin recurrir al agravio, sino a través del desarrollo de cada una de las tesis esgrimidas, contraponiéndolas con una lectura de la realidad a través del materialismo histórico y científico, como herramienta.


Esta crítica al reformismo, se dirigió fundamentalmente a la tesis bernsteniana que decía que las reformas sociales son de por sí la revolución, que el capitalismo carece de contradicciones internas y que esto se demostraba por el mejoramiento de las condiciones de vida de la clase obrera y el aumento de una clase media, y que, por tanto, la revolución es un ideal, es un estado subjetivo del ser humano, una especie de moral. La réplica de Luxemburgo fue directa: sin reconocer que la necesidad de la revolución es una necesidad objetiva, que está en las mismas entrañas de la sociedad que debe derrocar – capitalista - , y que la revolución no puede basarse en un estado subjetivo dado que las injusticias e incoherencias del sistema se manifiestan sobretodo en las crisis, en su creciente anarquía y en el carácter de clase del Estado; que protege la propiedad privada y garantiza el orden para el mantenimiento de esa propiedad. Ella no confunde reformas con revolución, lo que sí pretende la corriente oportunista que Bernstein defendió, con la intención de confundir a las clases proletarias con una satisfacción plena frente a pequeños logros arrancados al sistema.


Rosa Luxemburgo tuvo muy claro que las reformas pueden ser positivas y pueden ser parte del proceso que conlleva a la victoria final, pero no son de ninguna manera finalidades en sí. Por ejemplo, un sindicato al arrancar ciertos derechos al capitalista, así sean lo más progresistas posibles, no podrá cambiar las reglas que rigen el modo de producción, no podrá modificar la ley del salario, tendrá que seguir bregando para cambiar el modo de producción y construir el espíritu revolucionario que necesita para la lucha. En “Reforma y Revolución”, se expresa claramente esta diferencia entre la reforma y la revolución, así como su ligazón:


La reforma y la revolución no son, por tanto, distintos métodos de progreso histórico, que puedan optarse libremente en el mostrador de la historia, como cuando se eligen salchichas calientes o frías, sino que son momentos distintos en el desarrollo de la sociedad de clases, que se condicionan y complementan entre sí, y, a la vez, se excluyen mutuamente, como el Polo Norte y el Polo Sur, o la burguesía y el proletariado[2]



Tiene por lo tanto, consecuencias graves confundir ambos términos, conduce necesariamente a una práctica errada, que no se acerca a la realidad material e histórica. Las reformas no pueden considerarse como una especie de revolución “ampliada”. Las reformas son avances en el camino a la victoria final, pero no pueden ser la práctica final de los revolucionarios. Aquí también se comprende que Rosa Luxemburgo tampoco concordó con las posturas de agudizar las contradicciones, negando toda reforma, con la finalidad de dar un solo asalto determinante y total. Así acusó también las posiciones blanquistas. Para ella la revolución se iba construyendo progresivamente, entre la organización obrera, a través de la propaganda y la movilización. Desarrolló una crítica alturada con Lenin respecto a la organización centralista democrática, al manifestarse por una organización más “espontánea”, que nace del mismo carácter de clase del proletariado, en crítica directa a las burocracias y organismos centralizados que no estuvieran en contacto permanente y directo con las masas.


La crítica a la burocratización del partido se circunscribe al contexto específico que el Partido Social Demócrata Alemán atravesaba (aunque este ejemplo sirva para otros muchos eventos en la historia). El ala derecha de este partido había demostrado ya ampliamente su oportunismo y reformismo. Esto se confirmó definitivamente ya de manera descarada ante la histórica votación de los créditos de guerra, en los cuáles se hace explícita la alianza entre este sector mayoritario y con mayor “hegemonía” dentro del partido y las fuerzas del Káiser alemán. Estas fuerzas son las que derrotan al proletariado alemán en 1919, las que arrebataron a Alemania de la posibilidad de un triunfo revolucionario junto a Rusia.



La rosa roja hoy


Pueden ser extraídos muchos más aportes de esta revolucionaria, pero que al menos deben ser mencionadas aquí tres cosas (por motivos de espacio). Estos tres aportes son fundamentalmente: el debate reforma/revolución (esgrimido brevemente líneas arriba, la caracterización del capitalismo y la crítica al burocratismo.
Por ejemplo, respecto a la caracterización que hace del capitalismo, es sorprendente encontrarse con párrafos que parecieran escritos ayer. Su explicación de las crisis económicas tiene una vigencia actual y puede darnos algunos “visos” para explicar nuestra situación mundial actual. Acierta al mencionar que el sistema de crédito es uno de los más importantes detonantes de las crisis económicas, ya que golpea desde dos flancos: generando sobreproducción (al poner a disposición de forma “ficticia” más dinero, se genera una mayor demanda), y durante la crisis se restringe el crédito, generando escasez y ausencia de dinero. El crédito es caracterizado así:

Como medio alevoso de intercambio mercantil, el crédito no sólo agrava las crisis, también facilita su aparición y expansión, al transformar todo el intercambio en un mecanismo en extremo complejo y artificial, que es fácilmente perturbado a la menor ocasión, dada la escasa cantidad de dinero en metálico sobre la que se sustenta. (…) de hecho, es el crédito, precisamente, el que agrava al máximo las contradicciones de la economía capitalista mundial. Agudiza la contradicción entre el modo de producción y el modo de distribución[3]


Era sumamente claro para Luxemburgo, que el capitalismo generaba sus propias “semillas” que le llevarían a la desaparición. La creciente anarquía del sistema, que no ha dejado de crecer desde los procesos de industrialización masiva, y en los últimos tiempos, a través del la financiarización o economía de “casino” que tan amarga experiencia está dejando sobretodo en los países “desarrollados”. Las contradicciones internas del capitalismo: sobreproducción, escasez de metálico, disminución alarmante de puestos de trabajo y reducción del mercado de consumo; son vistas como fenómenos interconexos que forman parte de una totalidad sistémica.


Finalmente, quería resaltar el aporte a la crítica al burocratismo. Ella considera importante aclarar lo que es una práctica revolucionaria de una práctica oportunista y conservadora. Ella menciona que el partido revolucionario debe ser un real representante de los intereses del pueblo y no una camarilla de líderes. Ella esgrimía la tesis de que el pueblo mismo se emancipa sólo. La tesis de la “autoemancipación del proletariado” formulado por K. Marx, fue de alguna forma interpretada erróneamente por Rosa Luxemburgo[4]. Este debate se dio con Lenin, en cuanto él concebía que el papel del Partido revolucionario fuera guiar a las masas, ser su vanguardia. El partido debe cumplir el rol de concentrar a los miembros más concientizados, profesionalizarlos en la labor revolucionaria y representar los intereses del pueblo. Si el partido no cumple este rol, no logra captar más adeptos, no logra avanzar cualitativa y cuantitativamente y sobre todo si deja de representar las necesidades concretas de la clase trabajadora, entonces ahí si pierde su razón de ser. La organización no partidaria, los sindicatos y distintos movimientos de derechos civiles son importantes en cuanto van avanzando en la consecución de derechos y en concientización del pueblo. Pero se necesita organizar más que eso, se necesita concentrar nuestras fuerzas y propuesta de transformación, sin negar y sin particularizar en extremo los distintos tipos de lucha. Son todos parte y producto de un mismo sistema: el capitalista.


Rosa, mujer revolucionaria


Finalmente quería mencionar el rol que como revolucionaria tenía una mujer a fines del s.XIX e inicios del s. XX. Ausencia de mujeres dentro del movimiento popular nunca hubo. Cada vez que estalló un reclamo por la subida de precios, una protesta contra la guerra, una huelga por malas condiciones laborales, etc.…las mujeres siempre estuvieron ahí, y muchas veces en primera fila. Este es el caso de las trabajadoras textiles de Brükman, que fallecieron en la defensa de su causa, las mujeres que estuvieron en primera línea en las convulsiones previas a la toma del poder por el proletariado en Rusia, por ejemplo. Pocas fueron, eso es cierto, aquellas que se erigieron como dirigentes. Los prejuicios de la época aún eran un impedimento parcial a que las mujeres completaran su educación, no se dedicasen únicamente al hogar o asumiesen cargos de dirección política, incluso hoy eso aún no ha sido totalmente superado. Muchas de las mujeres que ingresaron masivamente al mercado laboral como consecuencia de la guerra fueron al término de ésta, regresadas a sus hogares. Muchos gobiernos propagandizaron el rol de la mujer como madre y al hogar como su fuero “natural”. Entre ellos se encuentran los gobiernos de Rusia después de Lenin (con Lenin la situación era más bien progresista respecto a la mujer) y los gobiernos de la socialdemocracia alemana e italiana, que derivaron en regímenes autoritarios y fascistas.


En este contexto, Rosa Luxemburgo, mujer, judía y extranjera (era polaca y casi toda su vida la vivió en Alemania), era una voz particular, valiente, y contestataria. Demostró en la práctica que los prejuicios de género sólo tienen como destino racional el “tacho de basura”. En ese sentido, ella es un ejemplo para no sólo para las mujeres y hombres, sino para la revolución.


[1] Extracto del artículo “El orden reina en Berlín”, escrito y declamado por Rosa Luxemburgo ante las multitudes, en la víspera de su asesinato.
[2] (1898) Luxemburgo, Rosa: “Reforma o revolución”.
[3] Ibid
[4] (2007) D`Atri, Andrea “Luchadoras”

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gustó tu artículo,me has aclarado bastante lo de agudizar diferencias,aunque aún así discrepo en ese punto.Bueno por si acaso soy ese chico que conociste el domingo en la vigilia en la plaza san martin,me diste tu página y hoy dia mismo la lei,chau,luego nos vemos en la U.

Anónimo dijo...

Saludos desde Venezuela, a mi también me gustó el artículo pero más allá de gustos, lo importante en estos momentos de agudización es que las ideas se hagan carne. En mi país el proceso revolucionario no avanza todo lo que podría y debería avanzar por andar en medias tintas chamo, la derecha y los paramilitares avanzan y han matado ya a más de 300 personas desde que asumió Chavez... ya no más dudas existenciales. ¡Que viva ese pueblo arrecho de la amazonia peruana! Carlos de la UBV

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